Capítulo 01
El nacimiento
1. El primer latido

Un río de piedras se abre paso en la ladera oeste de la Sierra de Meira. Es el Pedregal de Irimia, morena de un antiguo glaciar. Si prestas atención escucharás el sonido del agua brotar de la tierra. Son las primeras aguas del río Miño, un tímido riachuelo nacido a tan solo 695 metros de altitud. En su descenso se alimenta de docenas de fuentes; su caudal aumenta notablemente en la Lagoa de Fonmiñá. La escultura dedicada al mítico rey Breogán lo celebra. Hemos llegado a la tierra llana, a Terra Chá, tierra hipnótica venerada por poetas por donde el río discurre entre humedales.

Magín Picallo y Manuel Mallo
Breogán

Augusto Guedes Pacheco

Técnica fotográfica; Valca; 35 mm.
1960-1970. Plástico

Museo etnolóxico de Ribadavia

2. Terra Cha

Ollada a Terra Chá dende as alturas
é semellante a un mar en calma.
Pra medila só valen dúas mensuras:
ferrados de corazón, fanegas de alma.

Manuel María, «Dimensións» (1953)

3. Entre islas

Abandonamos Terra Chá dejando atrás su gran llanura, atravesada por más de un centenar de ríos. El Parga alimenta al Ladra, que vierte todo su ser al Miño. Los árboles del invierno nos descubren las Ínsuas de Rábade. Desde su nacimiento hasta Lugo recorre 73 km. La central que iluminó la ciudad por primera vez se pone en funcionamiento.

Os teus fillos de neve e chuvia baixan
coma récoas de escuma bulideiras
polas agrestes brañas
en verdes romeirías de muiños
para acadar o teu sendeiro de auga
e dormir docemente.

CELSO EMILIO FERREIRO
«Loubanza do Pai Miño»
En Donde o mundo se chama Celanova
(Madrid, 1975), 88 [fragmento]