A la altura de la estación de tren de Frieira, inaugurada en 1881, asistimos al encuentro entre tres provincias de dos países distintos: Pontevedra en la margen derecha del río, Ourense a la izquierda y, abrazando las dos por el Sur, la región del Minho, en Portugal. Es el comienzo de la Raia, el Marco de Fronteira n.º1, antiguo punto de contrabando de mercancías. Un lugar al que los viajeros del último tercio del siglo XIX llegaban impresionados por el paisaje y la severidad de las montañas de Portugal. No lejos de ahí se encontraba el Ponte Barxas, un antiguo puente internacional para atravesar un afluente del Miño, el Troncoso, que permitía al viajero cruzar la frontera en tan solo seis pasos. En 1935 se sustituyó por otro puente, no mucho más largo, situado algo más lejos.
Más allá del rugido, los remolinos y la espuma del Minho, las austeras cumbres montañosas de Portugal parecían tocar el ardiente cielo azul.s
WALTER M. GALLICHAN
(Geoffrey Mortimer)
FISHING AND TRAVEL IN SPAIN
A Guide to the Angler
London. F. E. Robinson & Co. 1904
Sorprende saber que nada más arrancar el siglo XX, el hombre que filmó la primera película de cine en Portugal se trasladó al punto más septentrional de la República Portuguesa con su cámara fotográfica. Ese hombre era Aurélio Pas dos Reis.
Además de las vistas del pequeño puente de madera cruzando el río Troncoso en 1903 sus ilusiones estereoscópicas nos conducen al ensueño. Paseos entre pinares y tardes de baño en un balneario aún en funcionamiento: el Parque Termal de Peso, en Melgaço.
A la altura de Arbo y Melgaço, el Miño se abre paso acariciando los brazos de las pesqueiras que desde tiempo inmemorial se adentran en el agua. Las pesqueiras son construcciones de piedra orientadas a conducir la lamprea al encuentro con la red. De Arbo a Salvaterra, de Melgaço a Monçao… Cada una numerada siguiendo un orden, número negro sobre fondo blanco en Galicia, número blanco en Portugal. Si parecen imbatibles es gracias al esfuerzo de los pescadores. Generación tras generación dejándose el alma, todas las noches, toda una vida. Un vínculo inquebrantable con ese animal casi prehistórico de boca circular.
El Castillo de Salvaterra fue testigo de muchos enfrentamientos entre Portugal y el Reino de Castilla, y entre sus moradores se recuerda especialmente a doña Urraca, la Temeraria, reina de León y de Castilla en el siglo XII. La restauración de su muralla nos hace olvidar que no hace tanto era una ruina. Así la fotografió uno de los pioneros de la fotografía en Galicia, Francisco Zagala, nada más dar comienzo el siglo XX, y así la describió la escritora Catherine Gasquoine en 1902:
En Salvaterra, la pintoresca ruina cubierta de yedra de una vieja fortaleza se eleva sobre la estación; a escasa distancia, cruzando el río, en la orilla portuguesa se encuentra la antigua ciudad amurallada de Monçao.
CATHERINE GASQUOINE
Spain Revisited: A summer holiday in Galicia, 1911
Los 35 metros de la Torre Lapela son un escaparate privilegiado para contemplar el espectáculo de un río abriéndose paso entre dos países que se encuentran. Desde arriba el paisaje es sobrecogedor. Hace más de un siglo el fotógrafo y editor Emílio Biel la incluyó en el álbum Arte e a Natureza em Portugal: «La torre Lapela, que se yergue arrogante sobre el río Miño…». Concebida para vigilancia de la frontera, la imagen seleccionada para el álbum fue una vista desde el otro lado del río. En primer término, un grupo de pasajeros posa en una barcaza junto al carabinero. Al fondo, omnipresente, se alza la torre.
«El tren nos conduce a lo largo de aquel incomparable campo y nos acerca al Miño que parte el suelo de Portugal y España. Es la frontera más bella y melancólica que se puede imaginar. Aquel hermosísimo río no está hecho sin duda para que en cada una de las dos riberas flote pabellón distinto».
BENITO PÉREZ GALDÓS
Excursión a Portugal, en La casa de Shakespeare, 1885
Como un viajero más de los caminos de hierro de Portugal, en el año 1885 Benito Pérez Galdós se disponía a cruzar la frontera natural del río Miño. Aún no se había inaugurado oficialmente el Puente Internacional. La prensa ilustrada siguió al detalle los avances de su construcción; un proyecto común entre ingenieros portugueses y españoles que unía por ferrocarril las ciudades de Valença do Minho y Tui. Su imponente estructura de acero, fotografiada por el ingeniero Soler, era todo un símbolo de progreso. Pero cuando Galdós llegó a la frontera tuvo que conformarse con cruzarlo en una frágil barca.
“Mintan o que queiran os ollos enganadores,
O corazón dinos ós galegos que o Miño
non é un río que separa sinón unha ponte de amor
que abraza e que axunta...”
RAMÓN CABANILLAS
A saudade nos poetas gallegos, 1920
Vendo-os assim tão pertinho a Galiza,
mail’o Minho são como dois namorados
que o rio traz separados quasi desde o nascimento.
Deixal-os, pois, namorar já que os paes
para se casar lhes não dão consentimento.
JOSÉ RODRÍGUEZ VALE
Ares da Raya, 1902
Mi mente se llenó con fantasías del momento y sentí que esta villa, tan pacífica y remota, estaba embrujada con los recuerdos de luchas pasadas más que ninguna otra villa que hubiéramos visto.
CATHERINE GASQUOINE
Spain revisited, 1910
De uno y otro lado los habitantes del río Miño han sido representados en la pintura, la fotografía y la literatura. Iniciamos nuestro homenaje a los habitantes con una galería de fotografías de la Coleção de Costumes Portugueses tomadas entre 1871 y 1900, una sucesión de retratos de estudio que pone en valor el tipismo y la tradición en el norte de Portugal.
Sim, é poética a minhota, mas sendo poética, é ao memo tempo a mulher essncialmente trabalhadeira, positiva, real: porque, n’esta provincia, ao contrario do que em toda a parte sucede, a mulher é que roma verdadeiramente o logar do homen mao passa de accessorio,
Antonio da Costa
«NO MINHO» (Lisboa, 1874)